Vinieron desde la niebla

Vinieron desde la niebla

Noviembre de 1988. Arrigo Sacchi ya estaba en el Milan, al igual que Frank Rijkaard, Marco Van Basten y Ruud Gullit, y los italianos Baresi, Tassotti, Maldini, Costacurta, Donadoni, Ancelotti. Un equipazo que venía de ganar el Scudetto tras nueve años de sequía, pero que aún no había plasmado su demoledor estilo en el ámbito internacional.

Sus Copas de Europa eran en blanco y negro.

Esa squadra enamoró a Europa con su estilo de entender el fútbol tan brillante, tan simple, pero tan eficaz. Bajo las ideas de Sacchi el Milan ganó dos Copas de Europa consecutivas (1989 y 1990). Después, siguió la conquista de la Supercopa de Europa e Intercontinental.

Pero todos los grandes clubes tienen una jornada especial, un día en el que todo comenzó.

Aquel partido para el Milán inició el 26 de octubre de 1989 con el partido de ida de los octavos de final contra el Estrella Roja de Belgrado. Se jugó en San Siro y finalizó con un empate (1-1). Los goles de Stojkovic y Virdis.

Aquel Estrella Roja se mostraba como un conjunto hecho a máquina con unos engranajes tan bien aceitados que exhibía el talento de un par de jugadores jóvenes: Savicevic y Stojkovic.

El partido de vuelta era en El pequeño Maracaná. El estadio se conviertió en el infierno del que siempre presumía la tarde del 9 de noviembre. Cerca de 100.000 aficionados, 6.000 de ellos tifosi milanistas.

Los primeros 45 minutos se juegan con una alta intensidad, pero sin llegar a gritarse ni un gol. En la reanudación, Savicevic pone por delante al Estrella Roja.

Y al mismo tiempo que comienza a celebrar, la niebla inicia su descenso al campo de juego.

La bruma, iluminada por los potentes faros, se había transformado en una sustancia densísima, impenetrable para la mirada. Sacchi relató en su biografía que desde el banquillo “no se veía absolutamente nada”

El árbitro alemán, Pauly, tras conversar con uno de sus asistentes, expulsa al delantero italiano Virdis por agredir a un contrario. Solo su auxiliar fue capaz de ver la acción. Todos los demás estaban ciegos.

El estadio no era más que un denso manto blanco que hizo sucumbir el sentido de la vista de todos 106.000 aficionados. En el minuto 56 el colegiado decide suspender el partido. No se veía a cinco metros.

El Milan no podría contar, para la vuelta, con el expulsado Virdis, ni con Ancelotti, que había visto una amarilla y debía cumplir un partido de sanción.

Además, por aquella época la reglamentación de la UEFA señalaba que el partido debía jugarse un día después sin dilatación y se anulaba el resultado.El gol no valía y estadísticamente este partido nunca existió.

Jueves 10 de noviembre, 3:00 de la tarde. Los aficionados sacan sus boletos del día anterior y retoman sus posiciones en las gradas, pero el infierno ya no presenta el mismo aspecto. Menos de la mitad de los hinchas fueron.

El Milan demuestra su superioridad y se adelanta con un tanto de Van Basten. El árbitro no registra un gol de Vasilejvic en propia puerta y Stojkovic empata.

Fue entonces cuando Donadoni cae fulminado en el césped. El terror y la angustia invaden el campo. Maldini conmocionado, quizás por su juventud, no para de gritar que su compañero está muerto.

El masajista del Estrella Roja reacciona rápido. Llega hasta el lugar donde esta el jugador milanista; mete sus dedos en la garganta y le saca la lengua a Donadoni, pero sigue sin respirar. Comienza a hacer la respiración artificial y le termina rompiendo la mandíbula. Respira. Le ha salvado la vida.

Donadoni sale en camilla y lo montan en una ambulancia con destino a un hospital.

El partido continúa y la contienda se alarga hasta penales. Giovanni Galli se convierte en el héroe rossonero. Le detiene dos penales a Savicevic y Mrkla.

El Milan pasa a cuartos de final. Elimina al Werder Bremen y en semifinales arrasa al Real Madrid. Tras el empate del Bernabéu (1-1), golea en San Siro (5-0) en una noche apoteósica, preludio de la final del Camp Nou contra el Steaua (4-0).

Desde la niebla de Belgrado vinieron. Sin esa bruma que forzó a Pauly suspender el resto del encuentro la gloria europea no habría llegado en el 89 para iniciar el reinado continental, para Milan de Sacchi esta fue la jornada donde todo comenzó.

Source: Meridiano

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