Un estudio cuestiona el tratamiento actual tras un infarto

Un estudio cuestiona el tratamiento actual tras un infarto

Desde hace más de cuatro décadas los fármacos betabloqueantes se prescriben tras el alta de un infarto agudo de miocardio (IAM) de manera casi universal, a pesar de no existir evidencia clara de su beneficio en todos los tipos de infarto. Con el fin de intentar desvelar esta incógnita el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha iniciado un estudio, apoyado por la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que pretende demostrar si realmente es preciso mantener el tratamiento con betabloqueantes tras el alta hospitalaria por este motivo en pacientes sin disfunción sistólica ventricular izquierda. En España podría haber casi un millón de personas con estas características.

El ensayo, como apunta Borja Ibáñez, su investigador principal, «tiene la ambiciosa vocación de cambiar las guías de práctica clínica tras el infarto agudo de miocardio». Y para ello se testará el efecto de mantener el tratamiento con betabloqueantes tras el alta hospitalaria por un infarto a un total de 8.468 pacientes.

Los betabloqueantes son unos fármacos a través de los cuales se consigue reducir la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la contractilidad (fuerza del corazón) favoreciendo la diástole cardiaca (llenado) y, con ello, mejorar la función del corazón y el flujo de sangre a las arterias coronarias. Pese a que la mayor parte de la evidencia proviene de una época donde lo se realizaba reperfusión a los pacientes, los betabloqueantes están aprobados en las guías de práctica clínica tanto europeas como americanas desde hace décadas para el tratamiento de pacientes tras un infarto agudo de miocardio. «Aunque no existe evidencia de su beneficio clínico en pacientes sin disfunción sistólica ventricular izquierda, se indican de manera muy frecuente», indica Manuel Anguita, presidente de la SEC. «Tanto la prescripción como la no prescripción de betabloqueantes en este tipo de pacientes son opciones válidas actualmente», continúa.

Tres años de duración

Concretamente Reboot –que es como se denominará el trabajo– pretende estudiar por primera vez en la era de reperfusión del infarto, si la administración o no de este tipo de medicamentos en estos pacientes influye en la incidencia de muerte, reinfarto o ingreso por insuficiencia cardiaca.

La investigación reclutará a un total de 8.500 pacientes que serán aleatorizados a recibir tratamiento o no con betabloqueantes. Se les someterá a un seguimiento mínimo de dos años y un máximo de tres, y se registrará la incidencia de eventos clínicos, así como la adherencia al tratamiento aleatorizado, que serán documentados a los 3, 15 y 36 meses. En una sub-muestra de 1.000 pacientes se evaluará también la calidad de vida de los pacientes durante el seguimiento.

Aunque las cifras precisas son difíciles de calcular, cada año en España ocurren cerca de 100.000 infartos sin disfunción sistólica ventricular izquierda. Estos pacientes son dados de alta de manera casi universal con dos fármacos antiagregantes (aspirina y un inhibidor de P2Y12), estatinas, betabloqueante y un protector gástrico. En muchos casos se asocian otro tipo de medicaciones. Salvo el inhibidor de P2Y12 y el protector gástrico, el resto de fármacos actualmente se prescribe de por vida. Uno de los principales talones de Aquiles del tratamiento del infarto es que la adherencia al mismo es baja, siendo el número de medicaciones prescritas uno de los principales factores que contribuyen a esta falta de cumplimiento.

Se trata del primer ensayo propio que se realiza en nuestro país de este tamaño, sin estar relacionado con la industria gracias a la colaboración altruista de 55 hospitales españoles y 25 italianos.

Source: La Razon

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