Por las noches, una adolescente hondureña de 17 años y su pequeño hijo se envuelven en una delgada manta antes de acostarse en una colchoneta. Las luces son intensas, como también lo es el llanto de los niños. Hay tanta gente dentro del área enrejada que no hay espacio para que su bebé ande a gatas.
Su testimonio es parte de las docenas de relatos presentados ante una corte federal esta semana por activistas a favor de los menores que están detenidos en el sistema migratorio.
Source: El universo