Cuántas veces se ha dicho que el gasto en sanidad no es un gasto, sino una inversión. Casi las mismas que se ha reivindicado la necesidad de aumentarlo respecto al producto interior bruto (PIB). Afortunadamente el contexto a nivel mundial marca una tendencia ascendente en la financiación pública sanitaria, sobre todo, en las regiones de ingresos medios bajos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El gasto en salud, en el planeta, aumenta hasta el 10% del PIB mundial.

En España al calor de la crisis se acometieron importantes recortes y se retrocedió en la inversión sanitaria, llegando a caer hasta el 5,9%, según los últimos datos de 2017 de la estadística de gasto sanitario publicada por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. La cifra más baja desde 2013.

Ahora España no puede desmarcarse de la tendencia mundial y la financiación sanitaria tiene un espacio en las propuestas políticas de estas nuevas elecciones. El objetivo es hacer posible el aumento del 7% del PIB en gasto sanitario que reclama históricamente el sector. Aunque, aún así, nuestro país seguiría estando por debajo de la media europea del 10%, y muy lejos del 11,5% de nuestros vecinos franceses.

Fortalecer el gasto público sanitario es la garantía de fortalecer la Sanidad pública universal y lograr más calidad y eficiencia. Hay que recordar una y mil veces que también gracias al excelente sistema sanitario español nuestro país goza de las más altas calificaciones en salud, bien estar y esperanza de vida del planeta. Debilitarlo a costa de recortes que producen el aumento del sector privado y la sobrecarga del bolsillo de la ciudadanía pondría en riesgo esa sobresaliente posición. Como decía al principio, y tomando las palabras del director general de la OMS, es “una inversión en reducir la pobreza, el desempleo, aumentar la productividad, el crecimiento económico inclusivo y crear sociedades más sanas, seguras y justas”.

Source: La Razon