Darwin Machís: de la sala de Tucupita al escenario del fútbol

Darwin Machís: de la sala de Tucupita al escenario del fútbol

Samuel Aldrey / @SamuelAldrey

La pisa Darwin Machís, siempre la pisa. La pelota debajo del pie bajo su dictadura, ella pinchada hace lo que él quiere. Amaga, la pisa, media vuelta, otra vuelta. Hace que se va, pero viene. Tiene la columna vertebral hecha un látigo y las dos piernas hechas un tronco. Ellas desparraman rivales, sentándoles el culo en la grama, los pies al aire y él desaparece en la banda a una velocidad sónica. Él es Machís, el ‘Niño Maravilla’ que comenzó jugando al fútbol sala.

Empezó a esto de darle patadas a un balón en la cancha de la comunidad de Agua Negra, Tucupita, en Delta Amacuro. Un espacio techado donde coexiste la mezcla de deportes: baloncesto, voleibol y fútbol sala. Allí Machís jugó varios partidos, jugaba por reír, no por ganar, alegre pájaro colasuave que desparramaba a todos con su quiebre,
arrancada y disparo fortísimo al arco.

“A los 18-19 años empecé a jugar fútbol. Yo jugaba era fútbol sala. Cuando entré al mundo del fútbol fue mi padre quien me ayudo a entrar a uno de los mejores equipos de Venezuela, el Mineros de Guayana. Me llevó a probar en la cantera y quedé. De ahí fui escalando poco a poco hasta llegar al primer equipo ese mismo año. Jugué y quedé
goleador de la Copa Venezuela ni yo me lo creo. Yo no sé cómo pasó tan rápido, pero pasó”, recuenta Darwin en una entrevista a Movistar+ en España.

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Carlos Maldonado fue el técnico que le dio su primera oportunidad en Primera División y nada más en el primer partido que disputó Darwin le dejó marcado “debutó contra el Callao en Copa Venezuela y marcó tres goles; entró en el segundo tiempo y nadie pudo pararle por la banda revolucionó el partido él solo. Imagina: su forma de adaptarse del
fútbol sala al fútbol fue a punta de goles”, rememora el técnico.

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Aún así en lo táctico Machís todavía sentía que el campo era una sabana y él todavía acostumbrado a su jaula de Agua Negra, con tan solo unos metros para correr, se sentía perdido en la cancha. “Era un poco silvestre en lo táctico y le costó mucho adaptarse a los recorridos, aunque después de unos meses ya lo hacía más natural”, explicó Maldonado.

En aquella primera aclimatación los acompañó Jesús “Buda” Torrealba, delantero del Mineros y ahora asistente técnico en el Deportivo Lara, recuerda también las diabluras de Machís. “Tiene un juego veloz y potente. Su agresividad a la hora de atacar, buscar el arco, su remate con derecha e izquierda eran una brutalidad”, cuenta el “Buda”.

Aunque para Torrealba, viéndolo ahora hacer lo mismo en la Primera División de España con el Granada, cree que su mayor logro es haber “madurado como futbolista”. “Esos arranques en banda siempre los tuvo desde su época de fútbol sala. Ganar duelos 1 vs 1 en banda nació con él, pero hoy tiene mejores recorridos, toma mejores decisiones.
Podría decir que está más consciente de la táctica, piensa más su posicionamiento y cómo ayudar al compañero. Nos llena de felicidad cada vez que lo vemos en Primera”.

Un jugador también determinante y resolutivo con la selección de Venezuela. “Uno de mis máximos sueños sería formar parte de esos jugadores que llevan por primera vez a Venezuela al Mundial”, ha señalado Machís en una entrevista al diario El Mundo, mientras con el Granada aspira "a jugar la Champions League. Yo, personalmente, me creo que puedo. Por eso quiero hacerlo lo mejor posible para algún día poder cumplirlo”,
decía al diario español.

Darwin Machís es verticalidad, velocidad, regate, habilidad, olfato y remate. Posee las cualidades habituales de los extremos vertiginosos, aquellos que despiertan en la grada sensaciones especiales, relacionadas con la excelencia.

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Un futbolista que marca diferencias y que traslada su alegría por el juego al aficionado expectante en la grada que sabe que con cualquier arranque algo puede pasar. Lo sabían en Tucupita en la cancha de la comunidad. Ahora también lo saben en Europa y el mundo.

Pequeñas canchas

Machís en varias entrevistas recuerda cómo era su juego en las pequeñas canchas de Tucupita donde jugaba por placer y no por hacer carrera profesional.

“En el fútbol sala era un jugador muy eléctrico, muy rápido. Ese tipo de disparos que yo hago de iniciar desde fuera y coger el interior para golpear el balón todo eso es un mecanismo que tomé del fútbol sala. En el fútbol, con muchísimo más espacios, me ayudaron a potenciarlo”, recuerda.

Aunque no solo esa jugada le quedó de su época de jugar en la sala el control con la pisada es una característica suya: “Muchas veces el control debe ser así (señala el interior del botín), pero yo aún controlo así (pisa la pelota). Eso es una característica que tengo del fútbol sala y no me la he podido quitar (ríe).Yo me siento cómodo así, aunque los entrenadores te van a decir lo contrario, pero yo soy así y es algo que traigo del fútbol sala”, explicó en una entrevista dada a Movistar+.

Cifras:

6 goles en 26 partidos con la Vinotinto tiene Darwin

14 asistencias tiene Machís en LaLiga en 107 partidos disputados

27 partidos jugó con el Mineros y marcó 8 goles.

10 regates ha hecho Darwin esta temporada en 274 minutos

Source: Meridiano

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