El aceite de oliva representa, sin duda, el oro líquido de la despensa mediterránea. Sus bondades nutricionales son numerosas, pero lo más novedoso es que también puede enriquecerse y, por tanto, incrementar aún más su potencial, tal y como ocurre con otros productos como la leche con calcio o con un extra de vitamina D.
Pues bien, un grupo de expertos españoles pertenecientes al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, y al Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición, CiberOBN, han logrado demostrar que el consumo regular de aceite de oliva comercial enriquecido con ácido oleanólico reduce a la mitad el riesgo de desarrollar diabetes mellitus de tipo 2 en pacientes con un perfil prediabético, es decir, en aquellas personas que no llegan a ser diabéticas pero que en ayunas tienen un nivel de azúcar en sangre de entre 100 y 125. “Se trata de un óleo que ya cuenta con una patente de titularidad compartida entre el CSIC y el Servicio Andaluz de Salud (SAS), por lo que será sencillo que en poco tiempo podamos verlo en el mercado y que el consumidor lo tenga en su despensa, con todos los beneficios que ello conlleva para su salud”, confirma José Manuel Santos, autor senior del trabajo y codirector del grupo del CiberOBN, quien hace hincapié en que “estos resultados avalan el empleo del ácido oleanólico, junto con modificaciones del estilo de vida, como una potente herramienta para prevenir la diabetes tipo 2, ya que logra retrasar la absorción de azúcar”.
El ácido oleanólico se ha descrito como un componente natural de varias centenas de especies vegetales, presente en la piel de la uva, en el tomate o en la manzana, entre otros, pero lo cierto es que el olivo constituye, probablemente, la planta en la que se encuentra en mayor densidad en su forma libre. “En la aceituna se halla en una concentración próxima a los 0,5 miligramos por gramo de peso seco del fruto, mientras que en la hoja de olivo los niveles de ácido oleanólico pueden ser hasta 70 veces superiores”, confirma Santos.
Conscientes de ello, este estudio español, publicado recientemente en la revista científica “Diabetes Obesity and Metabolism”, ha logrado demostrar la funcionalidad del ácido oleanólico con una ingesta diaria de 55 ml de aceite de oliva enriquecido, una dosis equivalente a 30 mg al día, lo que se traduce en un par de botellitas pequeñas del óleo de esas que incluímos en una tostada.
Impacto positivo en la salud
Las conclusiones de este estudio han sido muy bien recibidas entre los profesionales de la salud y la alimentación. “Sin duda son muy buenas noticias y esto demuestra que las investigaciones centradas en el efecto terapéutico de esta sustancia bioactiva vegetal no ha sido en vano. La funcionalidad de este aceite de oliva tras su enriquecimiento en ácido oleanólico, como sustancias fitoquímicas, también demuestra que el aceite de oliva virgen extra es, y puede serlo aun más, un vehículo de sustancias con un gran potencial de impacto en la salud”, asegura Manuel Moñino, vicepresidente segundo del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas.
Sin embargo, tal y como recuerda Moñino, “resulta importante destacar que aún queda mucho recorrido en la investigación y que, por el momento, la clave para la reducción del riesgo de padecer enfermedades crónicas, como pasa con la diabetes, radica en el patrón de alimentación saludable, como lo es la dieta mediterránea y los estilos de vida adecuados y activos. De esta manera se abre la vía a más estudios de mayor muestra y duración”.
En cualquier caso, este nuevo hallazgo se convierte en un argumento más para poner sobre la mesa los beneficios nutricionales del aceite de oliva, un producto que “aporta energía a partir de la grasa, principalmente ácido oleico, que es una grasa monoinsaturada”, asegura Moñino, quien detalla que “las grasas insaturadas, entre ellas el ácido oleico, reducen los niveles de colesterol LDL (conocido como “malo”) y aumentan el HDL (”bueno») en sangre. De esta manera, cuando las grasas insaturadas sustituyen en la dieta a las saturadas presentes en la bollería, en la comida rápida, en la mantequilla o en los lácteos enteros contribuyen a mantener el colesterol sanguíneo en niveles normales, que es un factor de riesgo cardiovascular cuando está elevado».
Mantiene a raya el colesterol
En esta línea los expertos coinciden en que el colesterol LDL daña las células cuando se oxida, de ahí la importancia de mantener un buen estado antioxidante en el organismo, “al que contribuye, entre otros nutrientes, la vitamina E y otras sustancias presentes en el aceite de oliva como los polifenoles (particularmente el hidroxitirosol)”, asegura Moñino, quien recuerda que “cuando el aceite de oliva es rico en polifenoles (al menos 5 mg de hidroxitirosol por 20 ml), lo que ocurre principalmente en el virgen extra, protege a los lípidos de la sangre del daño oxidativo”. Pero eso no es todo, ya que también aporta ácidos grasos esenciales omega-6 y pequeñas cantidades de omega-3, sin olvidar que cuenta con vitamina E y provitamina A. De hecho, tal y como demostró el estudio Predimed (Prevención por dieta mediterránea), llevado a cabo por el Instituto Carlos III, una dieta mediterránea suplementada en aceite de oliva virgen extra es capaz de reducir un 30% el peligro de tener una enfermedad cardiovascular grave (infarto o ictus) en personas con alto riesgo cardiovascular. Por todo ello, las recomendaciones de consumo de aceite de oliva que realiza el experto del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas Nutricionistas supone la ingesta de entre tres y seis raciones por persona y día, teniendo en cuenta que cada ración equivale a entre 30 y 60 gramos de aceite.
Source: La Razon