«Fue como si te golpearan con un mazo».
Así describe Richard Mason, un empresario millonario británico de 54 años, el momento en que los médicos le dijeron que tenía fibrosis quística.
Pero su mayor dolor no fue por saber que tenía la enfermedad: fue por descubrir que el diagnóstico significaba que buena parte de su vida había sido construida sobre mentiras.
Source: El universo