El submundo del grafiti de Nueva York en el albor de la década de 1980 era riesgoso, oscuro y de hombres. Pero la ecuatoriana Sandra Fabara entró en él por amor.
Lo hizo siendo quinceañera, sin pensar que un día llegarían a llamarla «reina» o «primera dama» del grafiti, ni que marcaría un mojón para este arte al ganar un juicio millonario con otros muralistas semanas atrás.
Source: El universo