Diego Armando Maradona: Aquel debut y aquel caño

Diego Armando Maradona: Aquel debut y aquel caño

Samuel Aldrey /@SamuelAldrey

Fue en 1976, en octubre, cuando detonaron dos bombas. La primera fue el día 6 a  201 metros bajo tierra en el sitio de pruebas atómicas de Nevada, Estados Unidos cuando se testea la Gouda. Era la bomba nuclear 872 de las 1129 que los norteamericanos  probaron entre 1945 y 1992; la segunda detonó a 9830 Km de distancia en Argentina, en la Paternal, en un campito con un pasto pobre el día 20. Argentinos Juniors  testeó a Diego Armando Maradona y el pibe hizo una explosión en aquel estadio. A un año de su muerte recordamos su primera vivencia en un campo de fútbol profesional.

Bajo un sol primaveral a las cuatro de la tarde, los once futbolistas de Argentinos Juniors salieron de las entrañas de su cancha  para enfrentarse a Talleres de Córdoba por la octava fecha del Nacional, sin percatarse de que aquel partido estaría en los anales de la historia del fútbol.

Los cordobeses jugaron de forma apabulladora en aquella primera parte. Argentinos se fue al vestuario entre brazadas de molestia y patadas de frustración  al ir 0-1 abajo con el gol de Luis Ludeña.

 

“No era un tronquito cualquiera”

Entraron todos a los bastidores;  incluso un chiquitín de pelo largo enrulado que parecía tener el pellejo curtido y ni un atisbo de nervios. Sentado, sereno y paciente esperó que lo señalaran para meterse en la cancha.

 Juan Carlos Montes, el entrenador, se le acercó y le preguntó lo que el resto de jugadores sabía que iba a preguntar después de compartir con el peque en los entrenamientos:

 

-Nene, ¿te animas?

 

-Sí – sonrió.

 

-Bueno, cuando puedas,  tirá un caño.

 Aquel pelado se levantó del banco, se acomodó los pantaloncillos, porque le quedaban demasiado largos,  esperó en la línea la orden del capitán para ir rumbo al campo. Aquel pibe tenía quince años, once meses y veinte días. Era Diego Armando Maradona, el jugador más joven en debutar en la historia del fútbol argentino en aquel entonces.

Los jugadores del Bicho se quedaron parados en la cancha a la expectativa de ver por quién entraba; vieron a un chiquitín parado en la línea que venía de Villa Fiorito. Solo que el arquero, Munutti y los defensas no sabían lo que se venía.

Por fin, iba a entrar él,  que había atormentado a sus compañeros desde el martes hasta el viernes en los entrenamientos con regates que los dejaban  sentados en cada entreno; él, que la tribuna reclamaba con el clamor de la indignación del gol de Talleres; él, que se puso la 16 a la espalda y ya no podía esperar más un segundo en aquella raya.

 Aquel misterio del pequeñín se resolvió enseguida.

Salió Rubén Giacobetti el hombre que quedará marcado como el que sacaron para que entrara Diego y Giacobetti diría después con tranquilidad:  «quien entraba por mí no era un tronquito cualquiera».

 

 El Caño.

 A penas piso aquel pasto con vida tenue, sus botines lo hicieron verde y ya hacían leyendas orales  desde las tribunas que pasarán de generación en generación como la primera gran hazaña de Diego.

Tres relatos se sacan de aquella jugada: que recibió la pelota en la línea de banda y acorralado ante la marca de Juan Cabrera, tiró el caño para escabullirse hacia dentro de la cancha; que Maradona lo hace para amonestar a Juan y que expulsarán al defensa de Talleres; y que el caño fue cerca de la mitad de la cancha con Diego encarándole de frente.

Aquel túnel luego quedó solo como relato adormecido en los archivos de El Gráfico, hasta que un buen día el periodista argentino Diego Borinsky bajó al archivo del diario y entre la polvareda de antiguos sobres con retazos de amarillo halló la primera picardía imperdonable de Diego: el caño a Juan Cabrera.

Borinsky se estampó de bruces con aquel tesoro porque iba a hacerle un reportaje a Juan y para prepararse o hallar alguna curiosidad del personaje se zambulló en el océano de información del diario argentino y así rememora el hallazgo:

 “Siempre me gusta bajar al archivo y repasar el sobre del protagonista al que voy a entrevistar por si aparece algo que merezca la pena. En esos sobres suele haber recortes, entrevistas y diapositivas en paquetes pequeños porque no estaban positivados. Cabrera no tenía un sobre propio, así que me tomé el tiempo de separar lo que era del ‘Negro’ y lo que no. Y en esas me topé con una foto en la que Maradona lanzaba un caño a Cabrera en medio de la cancha”, relató el periodista.

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El caño de Maradona a Cabrera / H.Speranza (El Gráfico) Cortesía: Diego Borynski


 

Cabrera y el tunel de Diego.

Así se quebró la mitología del túnel. Las agallas de aquel pibe eran enormes y su magia imperdonable. Alrededor de 15.000 personas y 30.000 ojos  grabaron en sus memorias aquella grosería que lanzó entre las piernas del ‘Negro’. Unos privilegiados.

 Pero después de 45 minutos y una demostración de descarada habilidad individual ocurrió lo que sucede cuando se mira algo asombroso: los hinchas de los dos equipos aplaudieron a aquel chico con la cabellera larga y pies veloces. Aquello fue la demostración de no creer lo que se vio. A pesar de que Argentinos perdió por un mísero gol.

 Sin saberlo esos miles de argentinos presenciaron los regates que pronto le darían a Argentina una copa del Mundo, el gol del siglo y  al fútbol argentino una deidad viviente para adorar y rezar cada vez que se va a un Mundial.

Abajo, en aquel pasto seco de La Paternal, regada solo por los hechizos de cracks, debutó Diego Armando Maradona que le lanzó su primera bomba atómica a Juan Cabrera  que luego diría: “Me enorgullece que me haya metido el primer caño”.

Source: Meridiano

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