Ancianas solas

Ancianas solas

La soledad, la gran epidemia de nuestros tiempos en los modelos sociales no humanistas, ataca con especial crueldad a los mayores. Cuando me disponía a escribir este artículo busqué en internet sobre qué querrían ellos y encontré poco de su propia voz. La vejez no vende, son el grupo social más depauperado de nuestro mundo tecnológico y mercantil. Los ancianos consumen poco y no se dejan engañar fácilmente por los mercachifles, eso les desecha del mercado en el que habitamos. Cerca de mi casa hay un parque al que van muchos a pasear, tomar el sol y charlar entre ellos. Algunos, pobres míos, ya están en sillas de ruedas y los llevan cuidadores. Los necesitados de esa asistencia se suelen comunicar menos y, como si un dios les protegiese, algunos parecen no darse cuenta de su situación. Otros mayores, mujeres en su mayoría, sí quieren cháchara. Yo suelo sentarme con tres abuelas encantadoras.

Cuando me hacen sitio en su banco noto como un abrazo de madre y mucha paz. A ellas les he preguntado qué necesitarían para no sentirse solas. Estas mujeres sólo quieren salud porque, me aseguran, con ese don se buscan la vida. Es cierto que les gustaría también que hubiese más actividades culturales gratuitas. Tienen pensiones mínimas y, doy fe, que no les da ni para refrescos en terrazas. Tampoco para comprarse buenos zapatos. Porque ellas aman caminar. Caminan y, cuando se cansan, toman autobuses hasta el centro y circulan por la ciudad mirando el mundo por la ventanilla. Pero, desde la parada hasta casa, en las grandes ciudades siempre hay que andar un trecho, y el buen calzado sería principal. También les gustaría que los jóvenes se relacionasen más con ellas. Quieren saber cómo piensan, de qué va la vida nueva, contagiarse de su energía, me confiesan. Salud, comunicación con jóvenes y actividades culturales sin cobro. Mas tener la certeza de que si se vuelven dependientes no las van a tratar mal. Que Dios, llegado el caso, no las alargue el camino.

Source: La Razon

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