Proporciones adecuadas y más fruta y verdura para frenar la obesidad infantil

Proporciones adecuadas y más fruta y verdura para frenar la obesidad infantil

Las cifras hablan por sí solas. Y son muy contundentes: uno de cada cuatro niños españoles tiene problemas con su peso, ya que el 23% de ellos presenta sobrepeso y el 18% tiene obesidad, una epidemia que va en aumento. A pesar de ello, según el IV Observatorio Nestlé sobre Hábitos Nutricionales, uno de cada tres padres consciente del exceso de kilos de sus hijos declara que le inquieta «algo» o «poco o nada» y la mayoría considera que está alimentando bien a sus pequeños, lo que pone en evidencia la necesidad de actuar para informar a los padres.

Con este telón de fondo, A TU SALUD celebró el pasado martes una mesa redonda, en colaboración con Nestlé, para poner el foco sobre la problemática de la obesidad infantil y plantear soluciones y herramientas que ayuden a los papás a acabar con esta epidemia. «El Observatorio del año pasado reveló que, aunque la generación actual de padres dispone de mucha información, sólo el 17% da la cantidad de fruta recomendada a los niños y el 54% incluye las verduras adecuadas. De hecho, al analizar las comidas principales comprobamos que las proporciones de los grupos de alimentos principales están invertidas, porque los niños toman el doble de hidratos de carbono de lo que marca la recomendación, mientras que ingieren la mitad de las verduras que deberían», aseguró Laura González, responsable de Nutrición, salud y bienestar de Nestlé España, quien añadió que «ante esta tesitura, vimos la necesidad de dar una información práctica, sencilla y accesible a los padres. De ahí nació, hace un año y medio, el método Nutriplato en colaboración con el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, un programa de educación nutricional pionero en Europa dirigido a padres y a profesionales sanitarios basado en nuestra dieta mediterránea pero con raciones adaptadas a niños de entre cuatro y 12 años, aunque es apto para todos los miembros de la familia».

Un problema multifactorial

La obesidad y el exceso de peso en los niños viene determinado por muchos factores: «El estilo de vida resulta clave, porque es ahí donde se puede intervenir, y está formado por diferentes aspectos, como el abandono de la dieta mediterránea, el exceso de sedentarismo y los malos hábitos de sueño, sin olvidar el estrés, que es difícil de medir, pero que también le transmitimos a los niños por nuestra sociedad llena de prisas», detalló Rafael Casas, psiquiatra y consultor en promoción de hábitos saludables.

A todo eso se suma, además, la percepción e información a veces confusa que llega a los padres, ya que según las estadísticas a los papás les preocupa más cuando sus hijos están delgados que cuando les sobran unos kilos de más. «Todavía se piensa que un niño rellenito es sinónimo de salud y se piensa que no es un problema porque con los años o el crecimiento se irán, pero eso es un gran error», puntualizó Casas. De hecho, «hasta que no aparece una enfermedad asociada a ese sobrepeso u obesidad, la familia no toma conciencia». Así lo aseguró Alejandra Gutiérrez, nutricionista y coordinadora de la Unidad de Dietética y Nutrición del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, quien reconoció que «en la consulta ya vemos problemas de hipertensión, de diabetes tipo 2 o de hígado graso en niños pequeños. Es entonces cuando la familia suele reaccionar, porque entienden que no se trata sólo de un problema de estética».

Llegados a este punto, cuando aparece un contratiempo de salud y toca cambiar rutinas, o simplemente cuando se pretende alimentar bien a los niños, los padres se encuentran con muchas trabas. «Hay papás que empiezan a comprar todo light o pasarse a la leche desnatada, pero ésa no es la solución… Hay que hacer hincapié en la variedad de alimentos, en el ejercicio y en las raciones adecuadas», insistió Gutiérrez.

La planificación es clave

La teoría de los buenos hábitos alimentarios está clara: es necesario realizar una dieta colorida, rica y variada, acompañada de actividad física, pero, a tenor de las cifras, no se lleva a la práctica. «Los niños que comen en el comedor lo hacen de forma estructurada y los papás creen que con eso ya comen bien, dejando la cena a la improvisación. Por la noche los pequeños protestan más porque están cansados y en ocasiones los padres terminan cocinando siempre los mismos platos, lo más cómodo para ellos y lo que más le gusta a los niños», aseguró Gutiérrez.

En esta línea, la nutricionista del Hospital San Joan de Déu hizo hincapié en que recomendar «involucrar a los niños en la preparación de comidas saludables, pues ello va a favorecer la aceptación de nuevos alimentos y va a ayudar a mejorar los hábitos alimentarios. Si un alimento no les gusta la primera vez, no hay que tirar la toalla, y es necesario probar a cocinarlos de otro modo o presentarlo de forma más atractiva».

En este sentido también se pronunció Casas, quien recordó que «hasta hace unos años los padres mandaban sobre los hijos y decidían lo que tenían que comer, pero ahora se ha invertido la situación y los papás preguntan a los niños qué quieren tomar, lo que es un gran error, pues ellos probablemente elegirán lo menos saludable». De hecho, la autoridad de los padres y su forma de actuar resulta decisiva, ya que, tal y como insistió González, «es muy importante que los papás prediquen con el ejemplo, tomando una dieta variada y donde el agua sea la bebida principal. Hay niños que sólo toman fruta y verduras en el colegio porque en casa no las ven. Pero también es clave dedicar a la cena y al desayuno –que son las comidas que normalmente hacemos en familia– el tiempo necesario, sin prisas, sin televisión ni móviles, para que sea un encuentro satisfactorio también a nivel emocional, un tiempo de calidad en familia».

A pesar de ello, los datos del IV Observatorio Nestlé confirman que el 65% de los niños españoles no desayuna correctamente, «lo que repercute en el rendimiento de los niños porque se acuestan tarde, duermen poco, se levantan con poco tiempo, con prisas y así empieza a desbaratarse todas las comidas del día, pues después realizarán ingestas más copiosas. Según los estudios, los niños que no desayunan presentan una mayor tendencia al sobrepeso», insiste Casas.

Buenos hábitos duraderos

El secreto para frenar la obesidad infantil no es sólo cuestión de variedad, sino también de cantidad: «Es fundamental adaptar las raciones a la edad y características de cada niño, tomando la mano de los pequeños como referencia, porque los papás están más preocupados por si sus hijos comen poco que por si están comiendo de más», confesó Gutiérrez, quien añadió que «desde la consulta se forma a las familias para modificar hábitos y enseñarles las claves de una dieta variada y unas proporciones adecuadas. Además, se realizan talleres prácticas en los que participan los niños con sus padres. La motivación de toda la familia es fundamental para conseguir buenos resultados y crear costumbres saludables que se mantengan a largo plazo». Y es que, tal y como concluye González, «los buenos hábitos de alimentación, ejercicio diario y sueño reparador que adquieran en la edad infantil van a perdurar en la edad adulta. Es una inversión en salud a largo plazo».

Source: La Razon

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