Fiebre del Nilo: Las lluvias de primavera y la ola de calor triplican las cifras de casos

Fiebre del Nilo: Las lluvias de primavera y la ola de calor triplican las cifras de casos

Una nueva amenaza a las puertas de España. Esto es lo que supone la escalada de casos de virus del Nilo Occidental que ha sufrido Europa y sus vecinos en los últimos días: más de 1.600 afectados y 115 muertos, como recoge el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés). «Estamos ante un brote como jamás nunca lo habíamos visto en nuestro continente», alerta Rogelio López-Vélez responsable del Centro de Referencia Nacional para Enfermedades Tropicales del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.

Los datos son contundentes y muestran un brote importante: los países europeos informaron de 1.637 infecciones confirmadas y probables de infección humana por el virus del oeste del Nilo. Los estados miembros de la UE informaron de 1.135 casos humanos en Italia (495), Grecia (261), Rumania (237), Hungría (190), Croacia (44), Francia (16), Austria (15), Bulgaria (5) y Eslovenia (3). Los países vecinos de la UE reportaron unos 404 casos humanos en Serbia (320), Israel (81) y Kosovo (3). «Estamos ante una tasa de mortalidad de un 7,7%, ya que del total han fallecido 115 personas –unos 25 corresponde a la última semana–», explica López-Vélez.

¿Por qué? ¿Cómo resulta posible que la fiebre del Nilo ya ha llegado a Europa? Entre las principales causas, los expertos consultados por A TU SALUD apuntan no tanto al cambio climático «sino a condiciones climáticas favorables a los vectores de contagio», subraya López-Vélez. En este sentido, Natalia Rodríguez, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) cuenta que «la clave está en el aumento de los mosquitos –el culex quinquefasciatus, también conocido como mosquito doméstico del sur– que actúan como propagadores del virus. Han aumentado en número, y eso se debe una primavera especialmente lluviosa, seguida de un verano especialmente caluroso». Son las aves migratorias las que actúan como principal reservorio epidemiológico. Lo que hace temer por una llegada del virus a España es que donde más casos hay en la actualidad son destinos turísticos de los españoles: norte de Italia y Grecia. «Por lo que, entre las precauciones que debemos tener es evitar las zonas endémicas, en este caso en concreto, los países donde hay más casos. Después, al no haber una profilaxis farmacológica, evitar las picaduras de mosquitos», expone el responsable del Centro de Referencia Nacional para Enfermedades Tropicales del Ramón y Cajal.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), resulta significativo que más de 400 casos sean autóctonos de la región –en el informe que publicaban a finales de agosto–. También aludían a las condiciones climáticas como causa de este brote: «La temporada de este año se ha caracterizado por altas temperaturas y períodos de lluvias prolongados, seguidos de un clima seco. Dichas condiciones climáticas han propiciado la reproducción y propagación del mosquito». Además, subrayan que «dadas las favorables condiciones climáticas de esta temporada, el virus puede diseminarse a nuevas áreas y afectar a nuevas poblaciones que nunca antes habían estado expuestas al virus. En estas áreas, la poca conciencia general sobre el virus entre el público y los profesionales de la salud humana y animal podría desafiar la detección temprana de los casos».

¿Miedo?

Cierto resulta que los expertos explican que pese a la afirmación del ECDC de que «estamos ante el brote más mortífero de este virus en la región durante los últimos años», todo depende de las condiciones climáticas para favorecer «los reservorios y la propagación. Estamos ante un riesgo hipotético», comenta López-Vélez. Si uno se remonta a los primeros casos en España, éstos datan de 2004, dos turistas irlandeses y una persona en Badajoz, a la que le picó un mosquito y al trasladarse a Barcelona, su ciudad de origen, se pudo observar que sufría «la encefalitis que desarrolló era del West Nile», la denominación en inglés del tipo de virus.

Los síntomas que produce son «fiebre, dolor de cabeza, erupción de la piel, y linfadenopatía», y como explica Rodríguez «el 10% de las personas que desarrollan la enfermedad neurológica del virus del Nilo Occidental mueren, sólo un 1% desarrolla la versión más grave y cerca de un 20% de los contagiados desarrolla algún síntoma», añade la portavoz de la Seimc. Otro de los factores a tener en cuenta es la edad: la probabilidad de tenerlo a partir de los 50 años aumenta hasta unas diez veces, y a partir de los 80 años, es hasta 43 veces mayor. Por eso, la protección personal contra las picaduras de mosquitos es recomendable para cualquier persona que resida o visite áreas afectadas, especialmente los ancianos e inmunodeprimidos que tienen un mayor riesgo de desarrollar síntomas graves.

Desde la Seimc, la portavoz lanza un mensaje de tranquilidad, porque «de momento, no tenemos las mismas condiciones de desarrollo que nuestros vecinos franceses e italianos. Se especula que el aumento del reservorio se debe en concreto a un grupo determinado de aves, que suelen vivir en humedales». Así, la transmisión del virus puede ser del mosquito a las aves y el éste a otros hospedadores que sufren la infección, como los hombres y los caballos, quienes «normalmente son hospedadores terminales». Cabe destacar en este sentido que, junto a los humanos, los equinos son la diana de la fiebre del Nilo.

Rodríguez explica que «el nivel de infecciones en la población ecuestra también tiene que servirnos de indicador de que algo está pasando». En la actualidad, en el mes de septiembre se han reportado casi un centenar de casos en la UE, que coinciden con los países que más casos recogen también en humanos: Italia, Grecia, Hungría y Rumanía. En total, en la presente temporada se han detectado unos 175 casos en la UE; en España, de nuevo tampoco se ha informado de ningún afectado.

Antecedentes

Fue en 2010, cuando llegaron los primeros casos a nuestro país, porque entonces la Junta de Andalucía declaraba la existencia del virus de la Fiebre del Nilo Occidental tras detectarse dos casos en equinos de Cádiz. Por todo esto, hay que tener en cuenta que España es el tercer país de la Unión con caballos. «Cuando se detecta un caso, se hace un estudio más exhaustivo en un perímetro de unos 12 kilómetros y se analiza la sangre de los animales –explica la portavoz de la Seimc y añade–. La infección equina no tiene una relación directa con la que se da en humanos, porque no se contagian por tocarlos, sólo porque compartan la picadura de un mosquito. Pero lo que debemos de tener en cuenta es que el número de casos ecuestres tiene que servir de señal de alerta ante un brote en humanos».

Cabe destacar, que mientras no hay inmunización posible para las personas, hay vacunas contra la afección equina.

Tras la gran crisis que sufrió EE UU a principio del siglo XXI, aparecieron los primeros casos en 1999, sus investigadores no han cesado en el empeño de encontrar pistas en el culpable de su propagación que sirvieran en el diseño de un «escudo» contra las consecuencias de su picadura. El virus es endémico en California e infectó a miles de personas, provocando más de 200 muertes, desde que se detectó por primera vez en el estado en 2003, cuatro años después del primer caso del país registrado en Nueva York. Así, en 2010 un equipo de científicos en la Universidad de California llevo a cabo la secuenciación genómica del mosquito que transmite el virus causante de la fiebre del Nilo, y que completa el trío de los principales insectos vectores de enfermedades, como recogía la revista «Science».

A los genomas de los mosquitos Aedes aegypti y Anopheles gambiae –responsables de la expansión del dengue y la malaria– que ya se conocían, y el recién incorporado es el culex quinquefasciatus, también conocido como mosquito doméstico del sur. El conjunto de 18.883 genes codificadores de proteínas del Culex quinquefasciatus es un 22% mayor que el de A. aegypty y un 52% más grande que el de A. gambiae. Con esta base, se están diseñando medidas preventivas.

Source: La Razon

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