Dignidad
Sigo echando de menos a mi abuela aunque hayan pasado ya muchos años desde que murió. La echaré de menos siempre. La quería con esa profundidad con la que sólo se quieren en la vida las personas incondicionales. Aunque yo no quería que muriera, me persigue la idea de que las últimas 48 horas de sufrimiento le sobraron. Recuerdo sus palabras entrecortadas y disneicas diciendo «ya no puedo más». Su fortaleza física, su resiliencia cultivada a lo largo de una vida austera y de sacrificios le llevó a que su muerte fuera por agotamiento. Podrán imaginar la explosión emocional y aflicción añadida al duelo queSigue leyendo